Dedicatoria

Quizás no sea el lugar correcto, pero el momento es el indicado. Muchas veces nos preguntamos como podemos confiar en la existencia de Dios y buscamos por uno y mil lugares la repuesta a esto y no nos damos cuenta que es tan simple que a veces resulta absurda. Como humanos no somos tan geniales para poder obtener de la nada un sentimiento tan puro y poderoso como el amor. El poder de poder expresar a alguien sentimientos de cariño, pasión a otra persona es tan natural que nunca lo colocamos en duda, jamás nos detenernos a preguntarnos que es aquello que nos hace sentirlo y ¿para qué hacerlo así con tan solo sentirlo nos hace sentir tan felices? 

Pero amar a una persona es demasiado común que ya forma parte de la vida. Pero ¿Qué pasa cuando llega a nuestra vida un ser que no puede decirte lo que siente? ¿Qué no te dirá palabras de apoyo, no te dirá que todo estará bien y que ya mejorará la vida, no te dirá que hacer en ciertas ocasiones, ni como comportarte? Pero te mirará y sabrás que todo irá perfecto. Se apoyará en ti y te pasará buenas vibras y sabrás que las cosas mejorarán, te dejará acariciarlo hasta que tu mano se duerma y nunca se negará. Moverá el rabo tan fuerte y rápido al verte que tendrás más que claro que no habrá nadie más en la tierra que se alegrará tanto al verte entrar por la puerta.

Chica se llamaba. Llegaste a nuestros brazos de tan solo dos meses, pero tuviste esa capacidad de hacernos saber en ese instante que te amaríamos cada día. Creciste sabiendo que muchas mascotas no tienen la suerte de tener un hogar, su comida cada día y un techo durante el invierno, yo sé que lo sabías, eras demasiado inteligente para ignorarlo, por eso lo agradecías siempre. Saltando a una altura impresionante que me hacía preguntarme siempre como lo hacías si jamás tomabas impulso, alegrándote mientras pasabas tu babosa lengua por tus labios cuando sabías que te traía la comida. Aterrándote y lo lamento, sé que nunca te gustó el agua, pero ese hobbie tuyo de jugar con las cosas más repugnantes del mundo me obligaron a tener que bañarte con más frecuencia de lo normal. Doblando tu cuerpo mientras reías, estoy más que segura que lo hacías, cuando salíamos con la bicicleta, eras veloz, siempre me ganabas y lo disfrutábamos. Intentando subirte a mis piernas, cuando ambas sabíamos que eras demasiado grande para eso, pero también conscientes de que eras demasiado regalona para no intentarlo cada vez que tu querías. 

Fuiste especial de principio  a fin. Estoy segura de que jamás encontraré a una perrita tan vergonzosa como tu, que evitara la mirada cuando sabía que comerse las plantas de mi madre era malo, cuando comerse la comida de su hermano no estaba bien y sentarse sobre él, no era justo dado la edad de él y sabes? No quiero encontrarla. Dejaste una huella tan grande en mi corazón que tengo miedo que se borre.  Te adoré, te quise, te amé. Diez años de amor y entrega a mi familia que estoy segura fuiste capaz de sentir, porque siempre te quisimos. Aunque dejaste de ser chiquita al poco tiempo de tu llegada, siempre fuiste nuestra Chica la que en dos ocasiones nos cuidaste de accidentes. La vejez no se puede evitar, pero aún no era tu tiempo y esta enfermedad no era lo que te merecías para terminar tus días. Lamento no haber sido capaz de hacer algo más por ti, lo siento. 

Espero que estés junto a mi Bombay y a Harry. ¿Mascotas? Jamás. Amigos eternos, siempre.

Gracias.